miércoles, 16 de marzo de 2011

Una semana movidita

Comenzamos el lunes (21Feb) con la fiesta de despedida de un grande del grupo cerrado: Pelu. Esta vez la despedida fue de todos juntos. Pero como le habían cogido el gustillo a eso de beber por la tarde comenzamos a las 7 en las míticas gradas yendo después al Travallo un bar al que le habíamos pedido que nos dejase una zona reservada para poder hacer un aperitivo, y estar allí hasta el cierre. Junto con un libro de firmas y unas fotos impresas formando un mural sobre tres cartulinas que hacían la bandera de Italia comenzaron a correr las Caipiroskas, los daiquiri frozen, cervezas y chupitos de tequila.


Roberto con un hombre, que cual indio llevaba una trenza larguísima y el pelo rapado por los laterales de la cabeza, comenzó a hacer competiciones a ver quién acababa antes el cubata de trago. Roberto ganó. El indio pidió la revancha. Y tras volver a ganar, el indio le pidió hacer otra competición participando todos con la condición de que Roberto fuese en su equipo. Challenge acepted.

Sonando buena música, con algún susto de unas sevillanas intercaladas, acabamos en Vittorio Veneto queriendo continuar con la fiesta, unos gritaban Peruano y otros cosas incomprensibles. Mejor lo represento:


Así que con un montón de posters (feísimos) y gafas robadas fuimos a Veceozo Nazzaro a hacer un submarino en la habitación de Sergio donde creo que todavía no se ha ido el olor.
Dándonos por vencidos, cada mochuelo a su olivo.

Seguimos con el jueves donde Rober y yo recibimos un mensaje citándonos para una cena romántica en el tercero a la que debíamos llevar el postre. Compramos torta di amore.
Nos avisan de que ya está todo preparado y nos sorprenden Sergio y Virginia abriéndonos la puerta con las luces apagadas, velas en la mesa, copas de champagne y separándonos las sillas de la mesa para que nos sentemos.
-¿Qué vino desean? -Que decida la señorita!

El chef y el pinche que ya llevaban alguna que otra botella de vino, comenzaron a servirnos la cena y así comenzó a bajar el número de botellas sin abrir. Pasamos una velada estupenda y llegamos a la Fiesta Crupiera que nos esperaba  (el cumpleaños de Dani): ficha va, ficha viene, ficha entra y ficha sale.
Creo que me hizo falta beber poco más que lo que bebimos en la cena. Cartas de poker, gente disfrazada de la naranja mecánica, de ratita y obviamente de crupier, muchas risas y fotos. Acabamos en el tan esperado Chalet, que no abría desde navidad.
A la salida Cabadas se abalanza sobre mí y lo primero que pienso es “estoy muerta”, demasiadas experiencias observadas cuando Cabadas te coge ¿Por qué siempre hay heridos, patadas y caídas? Pues así sucedió nos cogió a Virginia y a mi cada una bajo un brazo y comenzó a saltar, Vir se salvó, pero yo me lleve una leche contra el suelo y una rodilla jodida.

Con demasiados gritos, cajones abiertos y extraños golpes amanecimos cual casa de locos con una invitada dudando sobre nuestro estado mental.

Así llega el viernes con otra cena romántica, esta vez de seis comensales. Las chicas esperan en el quinto, los chicos preparan todo en el tercero. Una vez listo bajamos nerviosas temiendo lo que nos esperaba. Sergio nos abre la puerta con un trapo sobre el brazo, Diego nos recoge los abrigos y los bolsos y Roberto cogiendo las dos puertas y tirando hacia dentro del salón nos abre mostrándonos la misma escena que la noche anterior, pero ahora nos ofrecen además de vino unos deliciosos entrantes.
Llegamos a la Piazza Lapsus cantándole a Cabadas que nos recibe con los brazos abiertos y como ese día estábamos cantarines, sacamos con todo nuestro repertorio Disney; Sucia rata, todo es falso, imitaciones de Arquimedes (el búho de Merlín) y más cosas y todo.

Diego se da cuenta de que las cenas románticas no son lo suyo cuando se cae por las escaleras del caballo de la plaza. Y ayudándose de Rober y Mike acaba su noche solo y calentito en su cama.
El resto pasa una noche más en Lapsus. Y se termina diciéndole varias veces a Cabadas que es todo un señor.

Finalmente, sábado vamos a casa Ostellu, vemos vídeos de APM, bebemos y como no, volvemos a hacer caso a Virginia. Y sin escarmentar sabiendo que se inventa siempre las cosas, cogemos un autobús que nos lleva a Mordor, cuando hay uno que lleva directamente a La Gare, así que ayudándonos del gran GPS de Mario, el nuevo relaciones de La Gare, conseguimos llegar. Viendo nuestro estado, Mario se hace con el control, soltamos el dinero sin que nos importe una mierda a donde va a parar y sacando pecho se lo da al portero.

Mario: Nosecuantos Erasmus, toma 200 euros.
Portero: $$!!

Viendo el poder de liderazgo de Mario, La Gare decide que va a ser su nueva adquisición como RRPP y este casi llorando de alegría al ver el taco de tickets de copas gratis, acepta encantado. Tengo miedo, no sé qué va a ser de nosotros a partir de ahora.
La ventaja o inconveniente que tiene La Gare, es que nada más entrar te topas con una barra muy grande tras la cual está el resto de la discoteca, bueno pues de momento solo hemos pasado la barra UNA vez. Salimos de la discoteca corriendo como descosidos, atravesando las vías del tram hacía el bus que nos lleva a casa, un amigo de Cabadas se monta desorientado con nosotros, llegando hasta nuestra parada para luego marcharse y perderse.

La gente empieza a subir, pero Sergio y yo oímos que los mejicanos del segundo están liando una buena.
Sergio: voy a llamar a la puerta
Yo: no te atreves
Mejicanos tras oír el timbre: shhh están llamando los vecinos, para echarnos la bronca!

Nos abre una chica y Sergio balbuceando algo así como “Inspección de alcohol” deja con cara de poker face a la mejicana, esta nos pregunta que si vivimos aquí y que si queremos entrar. Pues claroooo!! Entramos y encontramos unos 10 pares de ojos escrutándonos cuidadosamente. Intentamos integrarnos en la fiesta, como gente nueva que somos, pero encontramos un ambiente bastante hostil. Así que nos presentan a Nico que solo sabe hablar francés e inglés: -Problem Nico? -Nessun problemo

Y así intentando un par de veces más meternos en el grupo sin ningún éxito nos marchamos.
Eso sí, hay que decir que Nico es un tío bastante majo.

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