El inicio es curioso, gente de lugares muy diferentes se junta en el mismo, nadie conoce a nadie y más que un erasmus parece un experimento sociológico. Acentos se clavan en tus oídos, palabras que nunca habías escuchado parecen resultar incómodas porque el contexto ha cambiado. Todos somos extraños.
Muchos ya hemos vivido fuera, pero siempre en algún lugar donde el idioma utilizado, la forma de hablar e incluso las bromas nos resultan familiares. Ahora toca un nuevo nivel y empezar siempre es lo más complicado, sobretodo cuando tus propios amigos son difíciles de entender.
Sin darte cuenta pasa el tiempo y las voces son familiares, las expresiones comunes y las bromas se hacen grupales. Empiezas a darte cuenta de que te haces entender sin los problemas del principio y que a la vez comprendes sin dificultad. Recuerdo querer un traductor para el andaluz, para saber que quiere decir “por donde te llegas” o saber cuáles son los límites del leísmo. También surgen batallas territoriales por hacerse con un trocito de la historia y demostrar cual es la tierra más pura, primitiva o importante de todas a las que pertenecemos.
Conclusiones no muchas, horas de discusiones en botellones infinidad. Lo mejor es que no eran horas perdidas, servían para unirnos a todos mucho más. Para descubrir nuestros gustos, nuestra forma de ser, nuevas bromas y volver a sentirte extraño más tarde, cuando vuelves a tu lugar de origen y parezcas el extranjero. Tu acento sigue siendo el mismo, tu forma de hablar y comportarte también, parece que nada ha cambiado, parece.
El tiempo pasa y seguimos conociendo gente, unos se van y otros llegan, el ciclo nunca acaba. Cuando empiezas a cogerle “el gustillo” estás demasiado dentro como para querer escapar, nadie puede. Es adictivo, tanto como la vida. Acabará sí, pero mientras tanto aumentas tu locura, no piensas en el futuro y vives el presente, lo que de verdad te hace feliz.
Aquí seguimos, apartados de todo mal, evadidos de un mundo que se está volviendo loco y sin pensar en qué nos deparará el futuro cuando debamos salir de este túnel. Puede entonces que el sol nos ciegue. Cuando descubramos que este paréntesis es arco iris tras la tormenta y que espera diluvio.
Hasta entonces, sonríe y “aprende a bailar bajo la lluvia”.
Dejarse llevar, suena demasiado bien =)
ResponderEliminarGrande Cebollo, pero todos sabemos que la tierra mas pura es Asturias...
ResponderEliminar"estas demasiado dentro como para querer escapar"
ResponderEliminaramen.
nunca me canso de leer esta entrada
ResponderEliminarSin duda alguna, lo mejor que escribiste
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