martes, 14 de junio de 2011

Ese pequeño pueblo llamado Torino

Algunos dicen que no les gustaría vivir en un pueblo. Para ello argumentan que te acabas cansando, que ver siempre a la misma gente en los mismos lugares se te hace monótono, que caminar por las mismas calles día a día es aburrido.

Los pocos afortunados que hemos vivido esa experiencia sabemos que muchos son los defectos pero también muchas las virtudes. No importa tanto conocer gente sino conocerla bien. No resulta monótono porque descubrir personas importantes hace que te descubras a ti mismo. Las calles por las que pasas no son calles cualquiera con un nombre cualquiera, empiezan a tener significado por las cosas que vives allí y por quién las vive contigo.

Hoy, hace 9 meses que un servidor aterrizó en la ciudad de Torino. Había vivido siempre en lugares pequeños y en este nuevo destino podría parecer Paco Martínez Soria en su obra “La ciudad no es para mí”. Con el paso del tiempo la urbe se ha empequeñecido, tanto que me recuerda a mi querido Belorado. Bendito símil.

Los días han pasado demasiado rápido para que ni siquiera pueda plantearme cansancio o aburrimiento y he descubierto que vaya donde vaya siempre he tenido la suerte de tener gente a mi alrededor. ¿Será que Torino ya no es una ciudad para mí? Puede parecer una pregunta estúpida pero cuando uno vive un año como el nuestro se da cuenta que no.

Hemos convertido nuestro nuevo lugar de residencia en nuestra casa, la frialdad de una urbe en el calor de un pueblo. Salir por los mismos sitios no nos aburre porque siempre hay algo que contar y alguien que te cuente algo nuevo. Viajar, ver ciudades y descubrir países diferentes han sido el día a día de muchos. Nos hemos dado cuenta de que el mundo en el que vivíamos era demasiado pequeño como para desaprovechar la ocasión y no conquistar nada nuevo. Hemos hecho de Torino parte de nuestras vidas, la hemos colonizado y nos ha enseñado quienes somos.

Antes de llegar muchos estaban apenados por abandonar sus orígenes, ahora toca volver y la tristeza será mayor pero lo importante es que aquí, en Torino, tendremos siempre otro hogar donde regresar y que por toda España estarán las personas que han hecho que nos sintamos como en casa.

Dicen que los “erasmus” tenemos un encanto especial, que damos vida y colorido allá por donde vamos. Yo añado algo más, creo que los “erasmus” tenemos la virtud de hacer pueblos las ciudades, de convertir un año alejados de los nuestros en un año más unidos con otros nuevos ayer, amigos hoy y hermanos mañana.

Seguiremos visitando ciudades en verano, el año que viene y posteriores, perderemos el contacto con muchos y nos quedarán amistades que nunca podrán perderse. Lugares del norte al sur nos serán familiares durante toda nuestra vida, pero un lugar; Torino, ya es parte de todos. Para mí, es otro pequeño pueblo que nunca podré olvidar, y junto a mi querida Segovia, es mi segunda casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario