"Yellow Party" en el Museo de las ciencias. Viernes 10. Así empezaba la noche del viernes, que daría paso al fin de semana en "Cinque Terre" (ingenuos nosotros). Ese era el título de la noche y, durante el viaje comprobaríamos, que también sería el título del mismo. Pero bueno... como los españoles estamos muy a gustito en los botellones se nos olvida que aquí los sitios cierran muy pronto. Tanto que intentar entrar al museo a las 3.30, fue misión imposible (excepto para Mario, que no sabemos cómo, pero siempre se cuela). Después de pasarnos más de una hora decidiendo qué hacer, terminamos camino de Murazzi, para variar. Concretamente a Giancarlo, ese lugar que empiezas bailando un poco apretada y terminas huyendo de decenas de tíos dándose golpes y empujándose. Eso lo consigues hasta que dos de tus amigos (Rober y Sergio) empiezan a hacer lo mismo, pero sólo contigo. Y de repente se miran y acto seguido te encuentras sobrevolando el pub y temiendo por tu vida (Bea puede dar constancia de mi cara allí en los aires). Gracias chicos :) Y ya a las 6, aparece Mario todo borracho (más que el resto de despojos humanos que llevábamos allí dos horas) y nos anuncia que es hora de ir a recoger las maletas.
Y ahí llegaron los primeros amarillos: Elena Zaquetines y Fer se nos quedaban en tierra. A punto estuvo Mario de hacer lo mismo, por culpa de un pequeño percance con las vías del tram. Pero llegó.
Casi tres horas de "siesta" después (para los que pudieron dormir), llegamos al pueblo dónde dormiríamos. (Para los interesados: no, no era ninguno de 5terre, gracias). Los despojos que habían ido de reenganche para el autobús se pegaron una ducha y nos fuimos a recepción (llena de carteles que te "incitaban" a casarte) a decidir el planing del viaje. Conclusión final: día de playa y mazó de 28€ para ir a ver 5Terre al día siguiente (ingenuos nosotros).
Un vuelta y vuelta en la playa de arena fina, un par de baños y unas cuantas cervecitas, para ir cogiendo ritmo para la noche. Pero sólo tomamos una o dos, porque, según palabras de Simone en el aperitivo de esa noche "el año pasado nos hinchamos con la comida y nos dieron las copas que quisimos, que salimos de allí ya borrachos". A eso de las 9 de la noche, le cambiamos el nombre al aperitivo. Pasó a llamarse APERITIMO. Estoy segura de que muchos de nosotros nos haremos toda la semana arroz tres delicias y focaccia pan con sal, con mucho sal, para comer y cenar. Consecuencia: siguiente parada, una heladería.
Aunque la idea era hacer botellón en la playa, descubrimos que mejor no pasar frío y sentarnos en la "Plaza de la Iglesia". Vale que llevemos todo el Erasmus haciendo botellón sin hielos, pero esa noche era imposible. El primer cubata (amenizado por la gran retransmisión de los penaltys del Granada-Celta de Gael) se hizo eterno, ni juegos, ni nada. Hasta que llegaron las salvadoras, Mai y Bea, con una bolsa repleta de hielos (la que al día siguiente deseamos que no hubiese existido). Tras el intento de llegar a un local para bailar y hacer feliz a Mai a las 3.30, unos chicos muy amables (tan amables que nos invitaron a una orgía) nos pusieron los pies en la tierra "tutto chiuso". Así que volvimos a nuestra querida plaza, con un banco nuevo en manos de Ángel Murcia y Dani (dato todavía por confirmar). Por aquellos tiempos, ya éramos pocos los supervivientes que decidieron terminarse el alcohol (que para algo lo habíamos llevado) e irnos al albergue a dormir, puesto que el barco salía a las 9.30 del puerto.
Pero como buen viaje que se precie, decidimos que los caídos antes de tiempo deberían ser aviados. En nuestro poder teníamos las llaves de tres habitaciones, sólo había que elegir víctimas. El primero fue Joaquín Morcillo (o Bombillo después del día de playa y su colorcillo de piel). Las heridas de guerra no fueron demasiadas, las normales ante un ataque como estos. La segunda fue Vir. ¡Pobre, a esa sí que le caímos todos encima! Se rumorea que al día siguiente no se pudo levantar a su hora (mentira, ¡borracha!). Y el tercero y último (y el mejor, con MUCHA diferencia) fue Rubén Málaga. Entramos todos en la habitación (allí podría haber entrado una discoteca móvil que no se despertaba ni a la de tres), nos pusimos en posición, Sergio cámara en mano y procedimos al aviamiento. Aquella cara nos quedará para el recuerdo eternamente. Algunos no pudimos ni llegar a saltar encima. Fue verla y empezar a descojonarnos. Estoy segura de que quedará marcada en los anales de la historia de los avíos.
Y ya sí, siendo las 4:30/5 (più o menos), poniendo alarmas a las 7:30,7:40 (sabiendo que no se despertaría ni pirri) para poder estar listos a las 8; nos fuimos a dormir y descansar para el largo día que nos esperaba en 5Terre (ingenuos nosotros).
8am. Habitación de las chicas.
Vir al habla "
chicas,son las ocho". Se escuchan murmullos entre las sábanas y alguien pregunta "
¿a qué hora hemos quedado?". Vir responde "
a las ocho". Más murmullos. Y de repente: "
ey,vamos bajando,¿no?". Un momento "
¿ese es Sergio?". Vir se levanta de cama y abre la puerta. La cierra y dice: "
¡¡chicas, que los chicos ya están listos!!". Aproximadamente quince minutos después, las cinco chicas estábamos todo lo espléndidas que se puede estar de resaca y después de haber dormido unas escasas cuatro horas (o menos). De camino al barco, algunos optan por desayunar algo y otros, como Sergio o yo, ya nos olemos lo que puede pasar y decidimos dejar el estómago vacío.
9.30am. Nos montamos en el barco
rumbo a 5Terre. Y ahí, los amarillos ya fueron un colectivo. Todos empezamos en la parte superior, de risas, de ¡qué gracia el barco! ¡Vamos hasta abajo a la parte de delante a gozarlo!
Hasta que pasa media hora y el silencio se apodera de cada lugar en el que había erasmus españoles resacosos. ¡Toditos amarillos! El proceso era el siguiente: conversación/risas, silencio y contacto. ¡Chao! Ya estabas más amarillo que Elena la mañana anterior.
Después de una hora y media que se nos hizo eterna en el barco del pájaro loco con la excursión del inserso (a la que tenemos que agradecerles sus camareros jóvenes y atractivos que subieron a repartir más focaccia para todos), pisamos tierra firme: Monterroso, el primero (y, el que dos horas después, descubriríamos que sería también el último) pueblo de Cinque Terre. Casas de colores y un pueblo muy acogedor, la verdad. Tuvimos una horita para conocerlo y luego volver al barco de la tortura. Antes de subirnos al nuestro, pudimos observar cómo bajaban los pasajeros de uno que acababa de llegar. ¡Esos sí que iban amarillos! Caras blancas y dos mujeres tumbadas, siendo examinadas por un médico. ¡Gozaron el viajecito más que nosotros!
Esta vez, decidimos montarnos todos en la parte de delante. Sabíamos que arriba lo íbamos a pasar mal, así que decidimos probar suerte. ¡Y nos salió bien! Bueno... a todos, menos a Mai.
Esta vez, la amarilla fue sólo ella: silencio, contacto con Vir y luego el doble agarrando mi mano. Suerte para ella que fue media horita. Media horita en la que el capitán del barco muy amablemente nos fue señalando los demás pueblos de Cinque Terre. Sí, en este viaje descubrimos que no íbamos a parar en más pueblos, estábamos al servicio de lo que hicieran los queridos viejecitos que nos habían acogido. ¡Yuhu! Así que nuestra segunda y última parada, fue Portovenere: patrimonio de la humanidad y lugar también recomendado para visitar. Tres horas allí que nos dieron para descubrir que era un pueblo que fabricaba aire, el bolo y demás historias traumáticas de la infancia de Mai y darnos otra mini-sesión de sol (o siesta en el caso de Sergio).

Todo hay que decirlo, aunque fue mini, a Lucía le llegó y le sobró. A ella también le cambiamos el nombre. Pasó a ser: Sebahtián (el cangrejo de La Sirenita), supongo que sobran las explicaciones. Aún así, le podéis pedir que os enseñe sus piernas. Accederá amablemente.
A las 16.30, cogíamos, ya por última vez, el barco del pájaro loco, para volver a Liguria (el pueblo donde teníamos nuestro albergue). Recogimos las maletas, algún pequeño robo necesario sobretodo para la cama de Mario, unos toques al balón y a las 8 ya estábamos en el bus de vuelta a Torino.
¡Gran viaje a Cinque Terre y Portofino!