lunes, 28 de febrero de 2011

In vino veritas y robo de la mesa de Ping-Pong (1º parte)

A la semana siguiente de ese macrobotellón Erasmus, donde nos conocimos todos, se organizó la primera excursión, “La feria del vino de Bra” degustación y vasos de vino por 50 céntimos… así que puestos a beber, cualquier excusa es buena. Era por la tarde volviendo justo para seguir con la fiesta a las 2 de la mañana. 
Nos montamos en el autobús hablando sin parar, comenzando a construir ese gran grupo cerrado. Al bajar nos encontramos con que la famosa feria son 4 casetas, que los vasos de vino son de cumple y que está más malo que su puta madre. 
Así que encontramos rápidamente una solución, buscar un supermercado para comprar nuestro propio botellón.

Y así acabamos bebiendo sentados en círculo en el parking del Incoop celebrando nuestra propia feria del vino. Jugando a juegos de beber como el de adivinar cuántas monedas sacaba cada uno, pero sin duda el más importante fue el juego de Ganso, donde predomina la coordinación aquello de lo que él carece! El juego consiste en que a todos se les asigna un número y cantando a la vez que das palmas dices el número del siguiente al que le toca jugar, el primero que falle bebe, ni que decir tiene que Ganso acabó bastante perjudicado.


Una vez satisfechos con nuestro botellón, volvimos a la feria donde le pedimos a una de las casetas (la más barata, que para eso somos Erasmus) que nos rellenase una botella con vino para luego mezclarla con Cocacola, una auténtica aberración para ellos, pero como les hicimos el agosto nos hicieron hasta un reservado con una mesa en una caseta para nosotros solos, en fin, bebiendo, riendo, cantando y gritando “LA MÁQUINA” volvimos al autobús. Cómo? sinceramente, no lo recuerdo.


En el autobús hubo casi-amarillos y amarillos enteros, por el alcohol mareo, al bajar de repente me quedo sola porque todas se quieren ir a casa, ¿Pero cómo irte a casa en el momento más álgido? No, no, no…
Escribo a Sergio -¿Dónde estás? -De camino a robar una mesa de Ping-Pong, ¿Te vienes? -Mmm ¿Por qué no!?
Nos reunimos todos, en frente del Ostello, Mario no quería chicas, pero al final aceptó mi misión de quedarme vigilando fuera por si acaso venía alguien. Todos bastante metidos en el papel ponen los móviles en silencio, se callan y con miradas cómplices entran en el Ostello, les faltaba sincronizar los relojes. […]
Tras lo que parecen minutos interminables salen sonriendo; uno con los caballetes, cinco con la mesa y otro controlando por donde iban y grabando. Eto eh el bronx!

Comienza el transporte hacia Castello, casi 4km y medio a las 4 de la mañana llevando una mesa de ping pong. Claro, claro... nada sospechoso.
Según bajábamos hacia el río -Quietos quietos! Que hay una cámara! Toditos para atrás.
Me llama Ramón, que dónde estamos que ninguno le coge el movil, joder! Están bastante ocupados! El pobre, que había tenido que cuidar a un amarillo monumental, se une al robo. 


Al final llegamos a una calle que es como vía pública y topándonos con perros conos, teniendo alguna falsa alarma con “coches de policía”, bordeando tramos pelicorosos, asomándonos con prudencia y examinando los caminos antes, logramos llegar hasta el otro lado del puente que cruza a Vittorio Veneto...


    


Llegando a la conclusión de que necesitamos más alcohol para continuar con la hazaña, aparcamos tranquilamente la mesa detrás de unos árboles y a Murazzi a seguir con la fiesta.
En fin… corre Chancho, corre!

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